El Domo
Térmico de Costa Rica: un recurso natural único
Ocean. Guillermo Quirós. 2012.
Cuando el
Almirante nos bautizó en 1502, jamás sospechó que nuestras mayores riquezas
estaban en las aguas de la “rica-costa” del Pacífico. Para muestra un botón: la
imagen del satélite AQUA/NASA del 17 de febrero, muestra el momento de la
interacción energética entre el Domo Térmico (cuyo eje central coincide con el punto
blanco) y un remolino proveniente del jet Tehuantepec viajando desde el sur de
México (puede notarse superficies elípticas al nor-oeste del Domo). Un fenómeno
usual en las aguas centroamericanas, que pasa normalmente desapercibido para
nuestro pueblo. Y que gracias a condiciones atmosféricas propicias, fue posible
captar en esta “foto” tomada a 825km de altura, en la cual se detecta la
concentración de clorofila (fitoplancton); actuando como una tinta trazadora de
ciertos fenómenos físicos en el océano.
El Domo es un
fenómeno extraordinario, que trae consigo enorme riqueza, pues allí se lleva a
cabo la reproducción de numerosas especies migratorias: atún, marlin, ballenas,
delfines, cangrejos, tortugas,...; las cuales viajan miles de kilómetros para
encontrar este oasis de alimento. Su superficie se extiende entre 100.000 y 500.000km2,
dependiendo de procesos de intercambios de energía como el que presenciamos.
El origen del Domo
en las profundidades es el giro hacia el norte de la Contra-Corriente
Ecuatorial al colisionar en la profundidades con la Cordillera submarina Cocos
(flecha doble vía). Movimiento profundo
que se acopla de manera maravillosa con las capas superiores del océano, que a
su vez son movidas por el viento que sopla haciendo un giro permanente ciclónico
alrededor del Domo, provocando una succión de aguas de un millón de metros
cúbicos por segundo (igual al caudal del Amazonas), que se intensifica en la
época seca cuando resoplan los alisios del nor-este desde el mar Caribe,
atravesando el Istmo en la región aledaña a nuestra frontera con Nicaragua.
Hace dos décadas
tuve la oportunidad de analizar 23 años de datos de satélite con sensores
infrarrojos y clorofila[1],
encontrado que estas interacciones suceden entre noviembre y marzo cada año,
con grandes acumulaciones de energía potencial en las capas oceánicas
superiores, la cual se irradia después en forma de ondas de Rossby hacia el Pacífico
Occidental (línea roja al oeste), “dislocando” hacia el norte las capas
superiores del Domo. Tal irradiación constituye a su vez un puente biológico para
la migración transversal de grandes organismos pelágicos.
Este fenómeno
singular es único en el planeta y es tan nuestro como el “gallo pinto”. Una
fuente de riqueza pesquera y reproducción de especies, que tenemos la
obligación de proteger para la humanidad y nuestras generaciones futuras. Pero
tal riqueza va más allá, pues en el Domo por millones de años los subproductos
de esta actividad bilógica han ido cayendo al fondo del mar, acumulándose en un
ambiente de grandes presiones y temperaturas cercanas a cero grados, transformándose
en las mayores reservas mundiales de hidratos de metano; un cristal 185 veces
mas energéticos que el gas natural. Recurso que ha sido evaluado por la flota
oceanográfica de países industrializados que buscan ansiosamente nuevas formas
de energía y que bien conocen de nuestro potencial. Lo paradójico resulta que
estas riquezas marinas, que son tan solo una fracción de nuestro potencial, continúan
en la sombra del conocimiento popular y no han formado parte del estudio básico
en nuestra escuela.
Imagen de
satélite AQUA/NASA del 17-2-2012. 13hrs. Concentración de clorofila
(fitoplancton) en la superficie del océano. La escala se indica en la parte
superior de la imagen. El color rojizo representa la máxima concentración
posible en la naturaleza (20-60mg/cm3). En este caso identifica
aguas propias del Domo, que intercambian energía con un remolino proveniente
del nor-oeste (flecha). Se identifica la posición de la Cordillera Cocos con
otra flecha de doble vía. El limite marítimo con Nicaragua mediante línea
horizontal a los 11°N. Fuente: Instituto de Costas. Heredia. C.R.
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